lunes, 17 de diciembre de 2007

Una cosita loca llamada Amy Winehouse

Rebelde de veras, Amy desafía su condición de belleza que canta al oído y se vuelca en los vicios, pero destaca por su genial manera de interpretar y mostrar su propuesta sonora: Back to black.

A Amy le llegó tarde la era de la psicodelia. El mundo freak se hizo parte de ella, y ahora los vicios la rebasan. No guarda relación con las artistas de su edad y Winehouse sobresale entre esas propuestas acartonadas y con pocos argumentos para darle su valor artístico. Muchas de sus contemporáneas, guardando las proporciones, ya pisaron centros de rehabilitación. Ella también, pero se sigue negando a estar ahí.

Janis Winehouse, madre de la cantante, ha dicho sobre su hija tras uno de esos penosos pasajes de su vida: “Ella se veía horrible. Ella tuvo suerte de seguir viva. Yo creo que su cerebro ya no está bien. Ésta no es mi Amy. Yo la abracé y le dije, ‘¿Qué te estás haciendo a ti misma? y ella me respondió ‘No creo que vaya a vivir mucho tiempo’ ”.

Pero qué importa que sea la mujer menos sexy del mundo o que sus excesos la lleven a tocar fondo. A su corta existencia, Back to black la hace guardar en la memoria de quienes, hartos de esos fugaces actos de artistas poperos, vemos como la indecencia se hace presente en una niña agónica y descarada para entonar. Y si hizo callar a Bono en la entrega de los premios Q Awards, le llamó “vieja señorita” a Madona, cantó borracha en un programa de televisión y “ninguneó” a Prince, eso es parte de una figura que no reconoce límites en su visión del mundo.
Los grandes lo han hecho, por qué Amy no. Injustificada y desobediente, desaliñada, poco lucidora, la chica nacida en Londres tiene otras cosas por mostrar. En la portada del CD aparece ella, sencilla, tal cual, significado más elocuente cristalizado hasta los primeros acordes. El que sea un capricho de la crítica especializada no le da motivos para lucirse.

Si bien no es una belleza, la sensualidad no le viene mal, su música es testimonial de su observación ácida del mundo. Se encadena el rock, el soul, el blues, el jazz y para no dejar que el mote de artista completa le siente mal, los Lollapalooza, Austin City Limits (EU) y el Glastonbury (Reino Unido) son los grandes escenarios que ha pisado en su breve trayectoria.

Su humor es sombrío, neto, recorre la espina dorsal y se atienden pasajes menos ocasionales: “You know i’m no good”, “Me & Mr. Jones”, “Just friends”. Otros highlights son decorados con aspavientos como armas de seducción: “Love is a losing game” o “Tears dry on their own”.
Es difícil ser Amy. Su primer disco se llamó Frank, el cual ya contemplaba el estilo soulero y algo de pop.

Dice que lo suyo es la marihuana, en la cual gasta hasta 300 euros a la semana.
A sus 23 años domina las listas de charts. Y ha dicho que no piensa rehabilitarse, pese a sus ventilados problemas (desmayos, borracheras, drogas). Protagonizó una fuerte bronca con su novio. Hubo golpes, rasguños y al final posaron cogidos de la mano.

Israel morales

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